Necesitaba un sitio. Un sitio para escribir de sentimientos confundidos y encarcelados con ganas de salir, para pensar al menos cinco minutos en ti o en la vida, para que se acuerden de ti, de mi y de tantos sentimientos, un espacio para los recuerdos y los que nunca llegarón a serlo.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Feliz cumpleaños, Papá.

Volvía a casa mientras la lluvia se deslizaba por los cristales de aquellos coches.
Mojando los abrigos, empapándolos por dentro.
La luz de las calles iluminaba el suelo mojado mientras un hombre caminaba a su lento paso.
Volviéndome a recordar aquel cercano Diciembre, cuando decía,
" - ¿Sabes? ¡ Yo ya he vivido medio siglo ! "  - Mientras, una sonrisa iluminaba su rostro.

Solía  levantarse aparentando que era otro día más, esperando las típicas palabras que lo cambiaran. Mirando de reojo los rincones de la casa.
Estaba sentado en aquel sillón beis, cuando yo aparecía dándole un gran abrazo.
Confirmando la certeza de no haberlo olvidado.
Nuestras manos se entrelazaban lentamente, ayudando a quitar aquel bonito papel de regalo.
Al descubierto, lo miraba fijamente. Esbozando una tímida sonrisa.
- Dime, ¿Te gusta? 
- Mucho. Pero te dije que no compraras nada. 
- ¡ No te iba a dejar sin regalo !
-  No me hacen falta, tu eres mi mayor regalo.

Con cada paso el frío se hace más fuerte, como si todo fuera demasiado rápido.
Como si ya  nada pudiera volver. Susurrando en mi boca las palabras que ya , jamás,  volveré a oír.
Cerré los ojos, y nos pude ver, llenos de vida en aquella ciudad.
Corriendo entre la gente, volviendo a casa rendidos, en una rutina sin ganas de acabar.
Teníamos una tarta de esas con mucha nata y un numero elevado escrito en caramelo.
Vivíamos allí, en la antigua casa, cerca de la playa. Y nos gustaba gritar a voces que ya habíamos llegado.
Cantábamos canciones que ni siquiera entendíamos, pero creyéndonos lo que decía.
Desde la cocina, le sonreíamos a mamá, mientras probábamos la tarta a escondidas.

Te juro que eramos grandes, que no era solo un sueño.
Admirábamos la vida, desafilábamos las mañanas, y eras tu quien se comía a la enfermedad con una sonrisa.
Caminábamos sin temor al dejar atrás, disfrutando del camino, respirando aquella realidad.
Nos reíamos de la prisa de la gente, de cada caída, de toda inseguridad.    
Porque ya no le teníamos miedo al tiempo,  no habría ninguna despedida,
 no llegaríamos a decirnos adiós.

Abrí los ojos. Y con la ropa empapada me pude ver en una calle solitaria.
La lluvia que no cesaba corría por mis manos, a la vez que  una triste canción llegaba a mis oídos.
Recordándome que el ya no estaba, que hace tiempo tuvo que irse.
Quedando unas tristes palabras,  pero escribiendo que fuimos grandes.

Porque ya no no habrá tarta que comer a escondidas,
ni lluvia por la que sonreír.
El invierno sigue pasando,
casi cinco años, Diciembres, y por qués.
Velas que se apagan
y una noche abrazada a tu olor.

Sea el año que sea, y estés lo lejos que estés,
Feliz cumpleaños Papá. 


Te quiero. 

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