Necesitaba un sitio. Un sitio para escribir de sentimientos confundidos y encarcelados con ganas de salir, para pensar al menos cinco minutos en ti o en la vida, para que se acuerden de ti, de mi y de tantos sentimientos, un espacio para los recuerdos y los que nunca llegarón a serlo.

martes, 17 de septiembre de 2013

" El día más triste de tu vida. "

Cada noche las luces que iluminaban el resto de la habitación me hacían ver que los días iban pasando.  Podía escuchar a lo lejos las risas de unos niños, y una canción que cada vez volvía con más fuerza.

Son las seis de la tarde y tengo la piel tatuada de lunares de luz que se filtran por las persianas. 
Mientras, unos cuantos pestañeos interrumpen la mirada fija sobre aquella vieja fotografía. Frente a ella, un cuaderno abierto y unas hojas esparcidas por el suelo. Todo parecía perder su sentido. No tenia razones por las que luchar y las fuerzas se habían perdido en aquella habitación, junto a las ganas. Notaba a mis costillas empujar hacia mi pecho con fuerza, como si les faltara aire, como si necesitasen escapar de mi piel por un rato. Me miré en el espejo, como si mirara a una extraña. Pude profundizar en esos ojos y me pregunte cómo había logrado concentrar todas las pesadillas en una sola noche.
Estaba demasiado cansada , no sólo físicamente, si no en todos los sentidos. Como ese instante que marca la diferencia entre un estado y otro. Como cuando se dice que la vida te cambia en un segundo, pues sí, así exactamente. Todo me cambio en un segundo, a lo mejor en dos, tal vez en tres. O en lo que se tarda que un recuerdo te rompa todos los esquemas de la noche. De tu vida.
Ese momento en el que sientes el peso del mundo encima tuya.  Sentí tanto peso y tanta nada a la vez que me temblaron las piernas , las manos y pude ver como, de nuevo, me partía en mil pedazos, que nadie se preocuparía de recoger. 
Luego te das cuenta de que el día más triste de tu vida era el más feliz para el resto.
Quizás por eso tenían fuerzas para sujetarme con sus sonrisas forzadas.
Pero no quería oír palabras positivas que mentían, ni elogios por cumplir, ni que todo iba a estar bien mañana. Quería hablar de los escombros, de mi miedo a la oscuridad, y de las fuerzas que me faltaban.
Apagué todas las luces y me metí debajo del edredón de esa fría cama celeste. Me tape hasta la cabeza , me encogí sobre mí misma  y cerré los ojos deseando que al abrirlos ya hubiera pasado mucho tiempo. El suficiente para no llegar a recordar nada de esa noche larga y triste. Deseando que todo volviera a ser como antes.
Entre aquellas sábanas se hundió la risa y cada una de las miradas. 
Me hundí ahí con la intención de no salir en mucho, mucho tiempo.
Necesitaba descansar , necesitaba calor. Te necesitaba a ti. 


El día más triste de mi vida el sol brillaba de una manera que jodía. Por eso me encerré en un cuarto sin ventanas.



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