Supongo que habría cambiado las palabras,
los silencios, estados y desengaños.
Los regalos de media tarde, las miradas o aquella cama vacía.
Te habría suplicado si me lo pidieras,
llenando de abrazos tus dudas,
regalándote mi absurda existencia.
Supongo por el color de tus ojos,
que el invierno esta cerca.
La ciudad se esconde bajo un cielo gris,
los recuerdos se acercan , y una dulce melodía,
logra dañar mis oídos.
El tiempo se resiste luchando ante la lluvia,
porque hoy fuera solo hace frío,
la ventana sigue abierta, y en cambio
las gotas se deslizan hacía adentro.
Recorriendo cada poro, pinchando en cada herida.
Alzo la mirada, busco y no encuentro nada de el.
Ya no queda nada.
Me faltan detalles, el sonido de una voz, o aquellas pisadas de más.
Dime, ¿ Dónde están sus camisas, las caricias de sus manos,
o el aroma de aquel perfume?
Donde están todos ellos,
donde se perdió mi sonrisa.
O dime ahora por qué debo luchar.
La noche se hace larga,
me desgarra, me arde, me quema.
Me desvela en su ausencia,
haciendo soplar al viento cada vez más y más,
quizás para recordarme que aquel día,
el viento, se llevo su perfume.
Y es que desde entonces, duermo con la ventana abierta.
Esperando que el tiempo mejore al de afuera,
desde un Diciembre que
dejo a ese invierno sin calor.
Supongo que quizás por eso,
o puede que desde entonces,
todos los domingos, recuerde su voz.
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