Fue el desamor, fue su culpa.
También él tuvo la culpa de que pasara cuatro meses empotrada en un piso temporal pensando qué falló en nuestra estructura.

queremos ser los de siempre, sentir lo de siempre,
seguir como antes, sin darnos cuenta de eso que decía el dicho, que no estamos distantes… estamos distintos.
Ya no podemos alcanzar a aquellos que fuimos hace tanto ni falta que hace.
Ahora podemos ser otros, más grandes.
Pero nos empeñamos en seguir siendo pequeños,
cegados por una pasión de anteayer,
desorientados por los latidos del pasado.
Eso me enseñó el desamor,
que somos ingratos con el futuro,
que ese desamor solo viene cuando nos empeñamos en no cambiar,
cuando no le aceptamos al destino,
las nuevas condiciones de su oferta de renovación.
E.Ma
No hay comentarios:
Publicar un comentario