sabía que era la ultima vez que te vería.
y aquella cama vacía.
Haciéndonos creer que no había que estar triste,
que mañana sería un nuevo día.
Te habías despedido, entre risas y lágrimas escondidas.
Dejando atrás tus rincones, los paseos de media noche,
y aquella cama vacía.
Vuelves a irte, y todas las canciones suenan a ti.
La noche se hace triste, llena de recuerdos.
Pero la gran ciudad te espera impaciente, ansiosa,
deseando ver tu pelo.
Aquella.
La que es tan grande,
la que esta tan lejos.
Es ella, la que nos separa,
pero la única que puede hacer cumplir tus sueños.
Y ahora, que no hago más que pensarte,
tendré que echarte de menos.
Tendré que caminar sola,
tendré que escribirte de momentos.
Que no hay nada más grande que tu abrazo,
ese, en el que volvemos a vernos.
El más fuerte, el que nos une,
aquel que se hace inmenso.
Porque somos como un puzzle de diez piezas,
separadas en distintas partes.
Cada una tan diferente, cada una con un pensamiento.
Pero que cuando se unen,
encajan perfectamente,
aunque por ellas pase el tiempo.
Piezas que se mantienen,
piezas que hablan de reencuentros.
En la que cada una es tan importante
como la distancia que a veces tenemos.
Y recordaré tu perfume, te escribiré por las noches,
acariciare cada foto, para así no sentirte tan lejos.
Para acordarme siempre de lo rápido que pasa el tiempo,
al contrario de estas noches,
en las que las necesito a mi lado.
Para volver a esos instantes,
en los que somos una.
en los que el puzzle está completo.
Deseando que cada una vuelva,
sin que de nuevo haya que irse,
susurrando los últimos versos.
Hasta entonces, nos vemos pronto.
Cada una en un extremo,
cada una completanto sus sueños.
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