Anochece, el silencio se apodera de las calles, hace frío y la ciudad se refleja en luces de colores por cada rincón. Sin embargo, a lo lejos, el viento había dejado de soplar. No había estrellas en el cielo, ni nubes grises y aquella luna brillaba triste y apagada.
Un viejo reloj sentenciaba cada segundo como si de golpes se tratase, alcanzando a destiempo, las ocho y dieciséis. Los dedos temblaron al escuchar la última nota desafinada de su canción y un cuaderno cayó contra el suelo mientras sus hojas quedaron esparcidas lejanas a el, llenas de letras que sabían a derrota. Despedidas que no llegaron y sueños que no pude contarte. La mirada permanecia fija , perdida, llena de recuerdos. Mientras una lágrima erosionaba en aquellas ojeras, al sentir que todo era distinto.
No era lo de siempre, no era solo miedo. Sentimientos impulsivos que posiblemente solo eran recuerdos, otoños deshojados , inviernos de soledad junto con todas las veces que he intentado empezar de cero. No es un buen día. He tratado de evitar que Diciembre me robara las ganas, mirar hacía otro lado, refugiarme entre libros. Y como de costumbre, al igual que tu , me sobrepasan los sentimientos.
Sabes que nunca se me ha dado bien eso de ser fuerte. Pero las cosas han cambiado mucho, o quizás no tanto. Sigo persiguiendo mis sueños, y sonriendo aunque las cosas vayan mal, como tu bien me enseñaste. Recuerdo cada una de tus palabras, nuestras canciones, tu sonrisa, el verde que había en tus ojos y aquel mes , el mes que lo cambio todo. Pero sobretodo sigo cuidando de ella, como te prometí. Siempre que la encuentro con la mirada perdida solo necesito un segundo para saber que está pensando en ti. Todas las mañanas se acerca hacía tu foto, hay veces en las que su mano se desliza hacía ella, y la acaricia lentamente, cerrando los ojos y sonriendo mientras se aleja de la habitación azul pensando el por qué hace cuatro inviernos la vida le robó a lo que más quería. Bastó un invierno triste , y una Navidad que no era Navidad si solo eramos tres. Se le apagó la voz y la casa se le quedó grande. Le sobraba cama y le faltaba calor.
Momentos en los que me gusta sentarme a su lado, abrazarla. Dejarme abrazar. Contarle que el mundo también es gris al lado de mi espejo.
Entonces ella me mira, y sonríe como nadie más lo hace.
Pero hoy no es un buen día, hace cuarenta y cinco minutos que la noche se viste de blanco. Me encojo sobre mi misma ,cerrando los ojos, mientras una mirada perdida me recuerda que tu camino ya no pasa por aquí. Que el rincón de tus camisas sigue vacío, y el aroma de tu perfume aún no se ha ido de la habitación. De aquel cuaderno , de aquella mesa , de ese pañuelo. Pero siguen sobrando rincones, y faltando sonidos. Pensando en esa sonrisa que jamás volveré a ver y dándome cuenta de que nadie me querrá tanto como él , y que no sabrán dónde, ni con qué presión apartarme las lágrimas, que día, qué Diciembre.
Un viejo reloj sentenciaba cada segundo como si de golpes se tratase, alcanzando a destiempo, las ocho y dieciséis. Los dedos temblaron al escuchar la última nota desafinada de su canción y un cuaderno cayó contra el suelo mientras sus hojas quedaron esparcidas lejanas a el, llenas de letras que sabían a derrota. Despedidas que no llegaron y sueños que no pude contarte. La mirada permanecia fija , perdida, llena de recuerdos. Mientras una lágrima erosionaba en aquellas ojeras, al sentir que todo era distinto.
No era lo de siempre, no era solo miedo. Sentimientos impulsivos que posiblemente solo eran recuerdos, otoños deshojados , inviernos de soledad junto con todas las veces que he intentado empezar de cero. No es un buen día. He tratado de evitar que Diciembre me robara las ganas, mirar hacía otro lado, refugiarme entre libros. Y como de costumbre, al igual que tu , me sobrepasan los sentimientos.
Sabes que nunca se me ha dado bien eso de ser fuerte. Pero las cosas han cambiado mucho, o quizás no tanto. Sigo persiguiendo mis sueños, y sonriendo aunque las cosas vayan mal, como tu bien me enseñaste. Recuerdo cada una de tus palabras, nuestras canciones, tu sonrisa, el verde que había en tus ojos y aquel mes , el mes que lo cambio todo. Pero sobretodo sigo cuidando de ella, como te prometí. Siempre que la encuentro con la mirada perdida solo necesito un segundo para saber que está pensando en ti. Todas las mañanas se acerca hacía tu foto, hay veces en las que su mano se desliza hacía ella, y la acaricia lentamente, cerrando los ojos y sonriendo mientras se aleja de la habitación azul pensando el por qué hace cuatro inviernos la vida le robó a lo que más quería. Bastó un invierno triste , y una Navidad que no era Navidad si solo eramos tres. Se le apagó la voz y la casa se le quedó grande. Le sobraba cama y le faltaba calor.
Momentos en los que me gusta sentarme a su lado, abrazarla. Dejarme abrazar. Contarle que el mundo también es gris al lado de mi espejo.
Entonces ella me mira, y sonríe como nadie más lo hace.
Pero hoy no es un buen día, hace cuarenta y cinco minutos que la noche se viste de blanco. Me encojo sobre mi misma ,cerrando los ojos, mientras una mirada perdida me recuerda que tu camino ya no pasa por aquí. Que el rincón de tus camisas sigue vacío, y el aroma de tu perfume aún no se ha ido de la habitación. De aquel cuaderno , de aquella mesa , de ese pañuelo. Pero siguen sobrando rincones, y faltando sonidos. Pensando en esa sonrisa que jamás volveré a ver y dándome cuenta de que nadie me querrá tanto como él , y que no sabrán dónde, ni con qué presión apartarme las lágrimas, que día, qué Diciembre.
Un cuaderno roto en un mal día junto al retrato de unos ojos verdes. Ruidos que suenan en la habitación azul y el silencio de las voces que faltan. Fuera, sin embargo, el cielo se llena de estrellas, iluminando la ciudad con despedidas.
Inviernos que siguen pasando,
cuatros años, diciembres y por qués,
Noches que se apagan,
y una cama abrazada a tu olor.
cuatros años, diciembres y por qués,
Noches que se apagan,
y una cama abrazada a tu olor.
Intentando disimular que te echo de menos,
tanto como el primer día.
tanto como el primer día.
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