Si te apetece tocar botones
puedes empezar a buscarlos en mi cuerpo, a ver si enciendes alguna función escondida o apagas algún miedo,o me subes el brillo, y nos dejas a oscuras. Para juntarnos.
Ten cuidado si vas a tientas
con el botón de suprimir, no vaya a ser que nos borres antes de haber sido o me elimines alguna herida
y entonces deje de ser yo y ya no podamos ser nunca.
Tampoco te recomiendo el botón de espacio que ya se sabe lo puta que es la distancia, que la luna es la misma para todos,
pero prefiero hablar de cuarto menguante refiriéndome a mi habitación, a tu cercanía, ya sabes.
Hay otro peligroso, el de inicio,
que empezar de cero es un fracaso,
que no nos hace falta, tú ya me besas como por primera vez y yo los espero más que siempre. Porque hablar de principios supone hablar de finales y no quiero.
Si te topas con las letras
trata de no ponerle nombre a nada
para no poder llamarlo,
para que si viene venga porque quiere. Te dejo escribir lo que te surja, hasta cometer faltas de ortografía para que nos reescribas sin pensar, para que nos manches al tachar.
Acuérdate de la acción de los verbos, las paradas solo son permisibles si son para besarse,
podrías empezar por ahí.
Si encuentras los números
no nos pongas fecha de caducidad,
ni hables de futuros lejanos,
no nos encierres en calendarios
que no han oído hablar de nosotros.
Mejor escribe absurdas cantidades
de lo que sea que puedas darme
sin que yo te lo pida.
Pulsa el play
que yo me encargo de tus cables,
de enmarañarlos, se entiende,
que quiero poder abrazarte los circuitos y hacerte nudos imposibles
en la cima de cada enchufe,
que quiero des(a)nudarte después,
cada vez que conectemos
y sin remedio nos busquemos
el botón de encendido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario